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sábado, 14 de abril de 2012

La Gradisca si sposa e se ne va

Había una vez Federico Fellini, marido de Giulietta degli Spiriti. También amigo de Marcello, el más bello de todos los que hubo y habrá. Marcello y mi padre, hijo de sicilianos, se parecían mucho. Murieron casi el mismo día.
En el film Amarcord, Federico mostró la adolescencia en un pueblito italiano, la sociedad pueblerina de la Italia fascista de los años treinta, y criticó al régimen, la iglesia, la educación, los pedantes, los presumidos. Se ven también las obsesiones de Fellini: la poesía, la música, el sexo. Los diálogos están llenos de ironía, juegos de palabras, alusiones diversas. (Fuente: Wikipedia).
Yo me recuerdo al hombre que se subió a un árbol y gritó "Voglio una donna!". La Volpina era una mujer y media, prostituta y ninfómana, lo bajó del árbol y lo llevó a un granero.
Mientras tanto una nave flotaba en un mar de celofán. Había una calma tan profunda que parecía obvio que arribaría una tormenta tropical. En pleno mes de agosto. Y aún la nave va.
La Gradisca soñaba casarse con un príncipe. No había nacido aún Emanuele Filiberto di Savoia. Ni Wenceslao de Liechtenstein, ni Guillermo de Inglaterra que además ya se casó. Pero sabemos cómo son los príncipes de Europa: se casan, se descasan, se divorcian, acuden a la Sacra Rota y todo vuelve a su lugar.
La Gradisca, esa deseada peluquera, finalmente encuentra a un misterioso soberano. El príncipe le ofrece matrimonio y la Gradisca acepta. Así es como la bella peluquera si sposa e se ne va.



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