Buscar este blog

viernes, 6 de abril de 2012

Fui acróbata en un avión

La crema estaba en un baulito, arriba de mi cabeza. Estaba en mi valija de mano color rojo, Tangerine Tango, el que Pantone eligió como Color del Año 2012.
Antes de llegar ahí pasó por mi bolso azul de mano marca Davidoff y por mi mochila Purmamarca roja y negra de autor anónimo comprada en la Saladita de Constitución.
Y todo porque no me dieron un mísero antifaz. Y yo no puedo dormir en un avión si no tengo dos simples cosas: antifaz contra las lamparitas y auriculares. 
Mientras escribo estas líneas escucho un concierto de l'Orchestra e del Coro del Maggio Musicale Fiorentino. Zubin Mehta dirige la Terza Sinfonia di Beethoven, "Eroica", Op. 55.
Además de antifaz y auriculares necesito una crema o dos, porque el aire del avión reseca la piel y eso duele.
Según las necesidades del viaje, las piezas que componen mi equipaje de mano van cambiando de lugar. Todas. Incluyendo el pasaporte, que en un momento aterrizó en la mejilla derecha de un señor de Alitalia.
Resulta que el Sistema decía que yo no tenía asignado el asiento 41 J, asiento que el mismo Sistema me había asignado días atrás, y que fue confirmado telefónicamente.
La señorita del check in dijo que ella no era Alitalia sino Virginia. Yo le dije que que no tenía modo de saberlo ya que ella no me había mostrado ni su documento ni el carnet de Boca Juniors, mientras que yo le había mostrado dos pasaportes y mi reserva de vuelo, con asiento asignado y constancia de pasajero frecuente incluidos. 
Agregué que dado que estaba en el check in de Alitalia, y sobre su cabeza un gran cartel decía Alitalia y tenía un escudito de Alitalia, deducía que: 1) Virginia trabajaba en Alitalia; 2) Virginia era una impostora y yo estaba obligada a denunciarla ante quien correspondiera.
Virginia me dijo que yo estaba alterando a todos. No es verdad. Yo ni altero ni me alteran.
No pudo resolver el problema, fue agresiva, fue necia, le pregunté si había sido educada en el Zoológico y me fui.
En el embarque un señor con cara de arrogante me dijo que yo no tenía un asiento sino una reserva de vuelo. "Para viajar parada?", le pregunté.
Yo no quería discutir. Yo quería viajar, y en mi viejo y querido 41 J (tengo mis motivos). De modo que le sugerí que me pasaran a Salida de emergencia: hablo español, italiano e inglés, cumplo los requisitos. 
Pero el señor arrogante me dijo que los asientos de Salida de emergencia habían sido comprados. "Comprados qué? Los asientos? Imposible. Ustedes venden reservas para viajar de pie. Me lo acaba de decir." 
Le di una segunda opción:
Yo: -Páseme a Primera Clase.
SA (Sr. Arrogante): -Si paga la diferencia de precio, la pasamos.
Yo: -Ya lo hice algunas veces. Viajé en Primera con mi dinero ganado honestamente, con mis millas, como enviada del diario Clarín o como invitada de empresas de Informática. Y no es culpa mía que ustedes hagan overbooking ni que un respetable rabino haya pasado 15 horas en Córdoba sin agua ni comida kosher, y eso les sucedió a los pasajeros de clase turista y a los de primera clase. Soy periodista, señor, y me informo, señor.
SA: -... (silenzio stampa)
No lo vi más. No sé dónde se fue y tampoco me importa, ni les importa a ustedes.
La historia es larga pero la idea era explicar cómo llegó mi pasaporte a la mejilla del caballero. El caballero no me ofreció la otra mejilla. Se ve que no era cristiano.
Resultado: estoy buscando el modo de no ser ni argentina ni europea. Es mejor ser ilegal e indocumentada. Y no viajar en clase turista ni en primera: viajar en clase "deportada". El pasaje es gratis.
Antes de subir al avión pregunté dónde se podía fumar. En ningún lado, me dijeron. Orden de la Presidenta de la Nación Doctora Cristina Fernández de Kirchner. 
Ok, no fumaré. Ellos no cumplen con las leyes, pero yo sí.
Subí al avión y me convertí en acróbata. Como ya saben, culpa del antifaz.
http://www.youtube.com/watch?v=8nbkLtG7lZI

No hay comentarios: